lunes, 11 de mayo de 2015

¿Qué y quiénes de los Hechos de los Apóstoles y Escritos Paulinos son principios de sentido, orientadores y articulantes al paradigma de una humanidad dignificante en América Latina y el Caribe?






Los hechos de los Apóstoles y los escritos paulinos  son una camino que sin duda, puesto en práctica puede contribuir significativamente en un nuevo paradigma humano que sea capaz de alcanzar una propuesta de dignificación humana en América Latina y el Caribe.

De estos libros es posible rescatar numerosos elementos de singular valía que unidos se proyectarían como nuevas estructuras capaces de transformar realidades contemporáneas a la luz de una palabra iluminadora que pretende mostrar los inicios de la Iglesia y la expansión del cristianismo, un fenómeno que marcó la historia de la humanidad y que aún en este siglo continúa haciendo parte de múltiples escenarios y formas de vida. 

Quisiera a continuación en diferentes secciones abordar los principios de sentido, orientadores y articulantes al paradigma de una humanidad dignificante en América Latina y el Caribe desde una lectura de los Hechos y Escritos Paulinos.




El cambio requiere la unión de los talentos, carismas y formas de vida



La otredad como puerta para llegar al otro

San Pablo de manera especial nos enseña que es posible ponerse en los zapatos del otro. Él a lo largo de su vida tras su conversión nos muestra lo necesario que resulta salir de sí mismo para ir al encuentro del otro, ese otro que está sostenido en una esfera social que le oprime y somete y que requiere una palabra de vida nueva que le lleve a la libertad, dejando de estar atado a personas, acciones o objetos y conduciéndolo así a un nuevo estadio de vida en donde la felicidad y la dimensión comunitaria son sus principios principales.

La Koinonía

Si hay un legado especial que se pueda rescatar de los Hechos de los Apóstoles es su sentido de comunión. Sin importar circunstancias, realidades o contextos procuraron siempre establecer relaciones armónicas, de comunidad. Se aislaron de prejuicios personales, diferencias culturales, étnicas o de lenguaje y aprendieron a vivir en familia. Es esa dimensión de hermandad la que constituye un paradigma dignificante hoy; se trata de empezar a redescubrir el valor de la unidad, la sororidad, la comunión con todos y en todos. 

El discipulado

Ejemplos de verdaderos discípulos no son solo Pedro y Pablo, los grandes predicadores y apóstoles. Sin duda, este trabajo de expansión dela fe fue el resultado de muchas manos que convencidas y actuando el libertad procuraron establecerse en comunidades y ser testimonio de la resurrección del Señor y el Reino de los Cielos. En este momento histórico es justo empezar a tener fuertes lasos de identidad que nos permitan mostrar la belleza y sencillez de la vida, de la felicidad, del cristianismo. Tomando a las primeras comunidades cristianas como base podremos establecer un horizonte distinto y creativo que nos ayude a mostrar que sí es posible creer hoy. Que no es utopía orar y que se puede ser feliz con una vida mas justa y coherente. Es casi como un re-comenzar para dar vida nueva.

La fraternidad 

Unido a todo lo anterior está la experiencia de la fraternidad que también podemos apreciar en el obrar de los apóstoles y de las Iglesias locales primitivas. Como signos de la paz y la tranquilidad, pero conscientes de las diferencias y caracteres pudieron testimoniar lo necesario que resulta una vida en fraternidad en la que ya no se piense en el bien personal sino en el común. Hoy nuestro mundo materialista y consumista nos impulsa a desvincularnos del otro, a competir, a ser egoístas y pensar solo en nosotros; sin embargo, a la luz de los Hechos podemos observar que requerimos dejar que el otro acceda a nosotros no poniendo límites ni barreras sino abriéndonos en una experiencia de encuentro y fraternidad, de suerte que tengamos otra perspectiva de las relaciones interpersonales y de este modo empecemos a caminar juntos, fijando proyectos de beneficio mutuo y transformaciones sociales. 

La fe

Los primeros cristianos fueron capaces de  perseverar en medio de las luchas y persecuciones gracias a su fe. No se trataba quizá de actos piadosos o extensas jornadas de oración. Creo más bien que se trató de una reflexión madura y crítica de la experiencia de la resurrección y de la continua invitación del Señor para una vida en Él.  Por la fe podemos nosotros empezar a construir un nuevo modelo de sociedad; no digo que sea un esquema sosegado de religiosidad, simplemente pienso que se trata de aprender a re-leer la historia personal en clave de salvación. Así podremos avanzar con un horizonte mas despejado y purificado de toda idea que nos aísle de Dios. Es un acto de entrega generosa, de fe, de convencimiento. 

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